lunes, 30 de mayo de 2011

CIUDAD DE DIOS










La película de Ciudad de Dios es una denuncia de la dura realidad de las favelas y los barrios más pobres de Brasil.
Relata la trayectoria de varios chicos habitantes del barrio llamado “Ciudad de Dios” situado en las afueras de Río de Janeiro. Se trata de una urbanización creada en los años 60 para albergar a familias sin vivienda y que al tiempo devino en una ciudad marginal que acabó rigiéndose por sus propias leyes rechazando a todos los que no fueran residentes.
El verdadero protagonista de la historia es Ciudad de Dios, pero en ella discurren vidas que toman caminos diferentes. La película muestra el desarrollo de la vida de Buscapé, un muchacho que no se deja arrastrar por la marginalidad que le rodea y que posteriormente acabará convertido en fotógrafo de esa misma realidad y finalmente entrará a trabajar para el periódico.


Ciudad de Dios es el marco geográfico y social, germen y testigo del crecimiento y la ascensión de jóvenes cabecillas como el despiadado Zé Pequeño –Dadinho en su infancia–, su socio y mejor amigo Bené –que se lleva bien con todos, sea cual sea su procedencia–, Cenoura –la competencia en el negocio de la droga– o Mané Galinha, un cobrador de autobús que por trágicas circunstancias se ve empujado a entablar la guerra con Zé Pequeno aliándose con sus enemigos.

 La ciudad está salpicada de armas, narcotráfico, luchas entre bandas, códigos de conducta, territorios, supervivencia, policías corruptos, y un universo masculino en donde las mujeres tienen una función anecdótica.

En la película encontramos varias partes que corresponden a distintas décadas, podemos observar cómo evolucionan las cosas allí:
La primera parte, localizada en los años 60, se centra en el llamado "Trío Tierno", capitaneado por Cabeleira, un muchacho que junto a dos colegas comete pequeños robos armados en la zona. Se puede hablar de una delincuencia bastante ingenua con respecto a lo que llegará después; se roba para subsistir, entregando el dinero a los padres, también al modo de Robin Hood, saqueando a los ricos para repartirlo entre los más pobres.



La segunda etapa transcurre en los años 70 y Zé Pequeno se apodera del protagonismo, un tipo sin escrúpulos que se ha establecido como líder de una banda a base de liquidar a sus oponentes. Domina el negocio de la distribución de la droga, controla toda la zona y su poder es la ley.

Por último, en los años 80, estalla la violencia en todo su apogeo. Cobra fuerza Mané Galinha, cuyo grupo se enfrenta al de Zé Pequeno.


Los chicos de Ciudad de Dios de niños juegan al fútbol como todos los chicos brasileños, pero el tiempo les enseñará que es muy difícil transitar cualquier camino que no pase por el delito, porque al final se impone la ley de más fuerte: la película nos muestra a través de dos décadas por qué muchos eligen el tráfico de drogas, el robo y el asesinato mientras unos pocos intentan alejarse de ese mundo cerrado.


Se trata de un lugar en el que los personajes tienen que sobrevivir, encontrar un hueco en ese pequeño mundo, adoptar un rol. Se adaptan, viven el día a día, aprenden, pero no todos toman el mismo camino.

Buscapé es tímido y delicado, observa a los niños duros de su barrio, sus robos, sus peleas, sus enfrentamientos diarios con la policía. Ya sabe lo que quiere ser si consigue sobrevivir: fotógrafo. “Dadinho”, el futuro Ze Pequeno es un niño de su misma edad. Sueña con ser el criminal más peligroso de Río de Janeiro y empieza su aprendizaje haciendo recados para los delincuentes locales. 

Todo el aprendizaje de los muchachos en Ciudad de Dios es no formal: aprenden de su contexto, se adaptan a él, deben usar bien su astucia para sobrevivir, desarrollan todo lo que pueden destrezas para ello. También poseen valores, transmitidos por la familia, por el grupo de amigos, el equipo. También podemos observar cómo en una primera etapa roban por necesidad aunque cuando pase el tiempo cada uno se formará de distinto modo.
Tanto para Buscapé como para Ze Pequeno y los demás habitantes de Ciudad de Dios su motivación en la vida es salir de esa situación de miseria, mejorar su nivel de vida, otros, como Ze pequeno, también se sentirán motivados por la conquista de poder.
El caso de Buscapé es el de un chico que no le gustaba lo que veía, que tenía que salir de esa situación pero no usando la violencia, sino la fotografía.
Todos los personajes usan su inteligencia para adaptarse a las circunstancias condicionados por sus motivaciones y valores personales, aprenden en la escuela de la vida, en la mayoría de los casos se trata de un aprendizaje informal


APRENDIZAJE FORMAL, INFORMAL Y NO FORMAL.


El aprendizaje formal es aquel aprendizaje ofrecido normalmente por un centro de educación o formación, con carácter estructurado (según objetivos didácticos, duración o soporte) y que concluye con una certificación. El aprendizaje formal es intencional desde la perspectiva del alumno.

El aprendizaje informal es aquel que se obtiene en las actividades de la vida cotidiana relacionadas con el trabajo, la familia o el ocio. No está estructurado (en objetivos didácticos, duración ni soporte) y normalmente no conduce a una certificación. El aprendizaje informal puede ser intencional pero, en la mayoría de los casos, no lo es (es fortuito o aleatorio).
Aprendizaje no formal es aquel  que no es ofrecido por un centro de educación o formación y normalmente no conduce a una certificación. No obstante, tiene carácter estructurado (en objetivos didácticos, duración o soporte). El aprendizaje no formal es intencional desde la perspectiva del alumno.



Esta película hace reflexionar sobre los tipos de aprendizaje, sobre cómo nos adaptamos a las circunstancias y que todos formamos parte de un contexto social que condiciona nuestras vidas.
En ciudad Ciudad de Dios el aprendizaje es informal, ¿qué pueden aprender estos chicos si no se benefician de un formación y educación de carácter formal?  Sus vidas están rodeadas de violencia y hay muchas maneras de sobrevivir en ese mundo, pero ¿podemos juzgarles desde nuestro punto de vista?
Podemos ver a muchos agresores pero en realidad son víctimas de la marginalidad, la pobreza, el desorden, víctimas de su suerte, de una policía corrupta que se lo piensa dos veces antes de intervenir en ese barrio y han tenido que sobrevivir en ese entorno, han crecido con él y se han adaptado.

Todos estamos constantemente aprendiendo influidos por nuestro entorno social, por los medios de comunicación, por los centros educativos, etc. Cabe reflexionar sobre la importancia de todo esto, de cómo nos influye y de qué manera lo hace la escuela. Buscapé encontró la alternativa a la vida criminal por sí mismo, pero muchos otros chicos en Ciudad de Dios habrían tenido la oportunidad apartarse de ese tipo de vida si hubiesen recibido una educación formal adecuada que les abriese las puertas a otra alternativa.


domingo, 29 de mayo de 2011

MORFOLOGÍA DEL ESTUDIANTE DE INGLÉS



Tras la lectura del primer capítulo “un problema vital” del libro de Marchesi (¿Qué será de nosotros los malos alumnos? Podemos reflexionar sobre algunos perfiles de “malos estudiantes”. En su primer capítulo Marchesi nos habla del conflicto existente entre la exigencia social frente a las necesidades del alumnado. Cada vez hay más fracaso escolar, un 25% de alumnos no termina la educación obligatoria y se produce un efecto de exclusión escolar para los peores alumnos que afectará a su futuro laboral y a su calidad de vida. Esta situación de fracaso escolar la atribuye no sólo a una causa sino a la interacción de varios factores a la escuela, a la familia, a la sociedad, la situación socioeconómica, etc.
Hay que tener en cuenta, que el término de “mal alumno” depende sobre todo de los objetivos que se atribuyan a la institución educativa y de las exigencias de la sociedad.
Marchesi expone que hay distintos factores para determinar el fracaso escolar y que si se detectasen las claves de ese fracaso con acierto también se podrían establecer las estrategias más adecuadas que ayudasen a resolverlo.


EL INFELIZ

El perfil sobre el que vamos a reflexionar a continuación es el del alumno infeliz, el ejemplo que mostramos a continuación es el de un perito mercantil de una empresa constructora. Tiene 53 años se llama Crescencio, siempre ha cumplido eficientemente con su trabajo, es más, es entrañable: siempre está dispuesto a colaborar y tiene buen trato con los demás.  Su jefe se ha jubilado y el nuevo jefe de la empresa insiste en que todos sus subordinados aprendan inglés.
Crescencio sólo habla Castellano, sus primeros contactos con el inglés son frustrantes para él y para todos sus compañeros, pero con la peculiaridad de que él con el tiempo va siendo un lastre para el grupo  porque ya que no aprende tan rápido como los demás este idioma.
No tiene una motivación interna para aprenderlo, es más no entiende por qué debe aprender inglés ahora si toda la vida ha hecho bien su trabajo. Se siente cada vez más frustrado, lo que hace que aprender inglés para él sea una tortura.
De todos modos, lo intenta, persevera, pero aprende más lento que el grupo, lo cual le frustra.


En este ejemplo se puede observar cómo hay un conflicto entre las exigencias sociales frente a las necesidades del alumno. Las clases son comunes y homogéneas para todos, pero nuestro alumno no aprende al mismo ritmo que todos. Aún así, el profesor, perplejo, no entiende por qué les cuesta tanto a sus alumnos aprender un poco de inglés (el tiene varios idiomas). Observamos que el profesor en este caso no es alguien que se preocupa por conocer las fortalezas y debilidades del alumno, en reciclarse en la forma de impartir clases si es necesario, sólo se preocupa por cumplir el programa de forma homogénea para todos.
Las clases no son justas para Crescencio, él tiene unas necesidades de aprendizaje diferentes, es más,  no está muy motivado a aprender inglés, no lo ve necesario ni interesante.
No obstante, el profesor enseña igual para todos porque tiene que cumplir una norma común y llegar a un objetivo común.

Para el docente también debe resultar frustrante que sus alumnos sean tan lentos en aprender este idioma, y en especial Crescencio. Pero no atiende su caso, con el resultado de que este alumno cada vez está más descontento y desmotivado para aprender, al mismo tiempo que lo ve como algo molesto y ajeno a su trabajo habitual.

Según el texto Crescencio es el perfil del estudiante infeliz: al que le imponen un objeto de estudio sin entender qué tiene que ver eso con él, que a pesar de todo intenta aprender, pero que lo hace a un ritmo más lento que los demás, lo que acaba por minar su autoestima.

¿Qué solución tiene esto?

Aquí se plantea un dilema, se puede atender a las necesidades del alumno, motivarle de forma individual, hacer que su aprendizaje sea significativo, y establecer unos objetivos personales, pero esto podría entrar en conflicto con la norma común que a pesar de no ser justa para los alumnos atiende a la exigencia social.

La integración de ambas demandas podría generar una tensión permanente.
Pero lo cierto es que para Crecencio lo ideal sería que el profesor se adaptara a él y no le forzara a un objetivo común con un ritmo impuesto desde fuera, que este alumno no puede seguir. Crescencio acabaría aprendiendo inglés si se sintiera feliz haciéndolo, pero eso no es asunto del profesor de este caso, porque él tiene que atender exclusivamente a una norma común.
Crescencio tiene puntos débiles: falta de motivación personal y desconfianza hacia algo nuevo. Pero también puntos fuertes: es comunicador con los demás, es trabajador y en el caso del aprendizaje del inglés se esfuerza por seguir el ritmo de la clase.
Un buen docente tiene que conocer los puntos débiles y los puntos fuertes del alumno, así sabrá como encauzar adecuadamente el proceso de enseñanza-aprendizaje.

La finalidad del aprendizaje del inglés en la empresa se entiende como un fin de eficiencia social: responder a las demandas sociales y conectar la oferta educativa con la economía. Pero se defería enfocar también a una finalidad de carácter evolutivo: desarrollar el potencial de cada alumno, impulsar su creatividad y motivación, en definitiva tener en cuenta al alumno como protagonista.
La solución no es apartar al infeliz de la clase, sino en que el profesor adapte su manera de enseñar para que sea efectiva ante este caso.
En todas las escuelas hay alumnos que no siguen el “ritmo de la clase” por diversas circunstancias, por tanto el docente tiene que ser consciente de ello y no observar la diversidad como algo molesto. Debería ayudar al alumno infeliz motivándole de forma que no vea el aprendizaje como algo impuesto simplemente, sino como algo significativo, que le va a ser útil y le va a aportar cosas.
Por otra parte, el perfil del alumno infeliz persevera en su intento de aprender pero no lo consigue al ritmo que los demás, por lo que el docente es el que debe adaptarse a él y aprovechar esa gran cualidad de este tipo de alumno que es la voluntad y la perseverancia, porque conseguirá los objetivos comunes aunque le lleve más tiempo o dedicación que los demás. Sobre todo lo que el docente debe hacer es motivarle, sería bueno que utilizara a profesores nativos que tuvieran conversaciones con los alumnos y que establecieran diálogos de situaciones reales por ejemplo ya que el utilizar recursos variados es fundamental para evitar el aburrimiento y fomentar la motivación.
Todos los alumnos tienen fortalezas y debilidades, el docente tiene que ser consciente de ellas y actuar en consecuencia para ser un buen guía en el proceso de enseñanza-aprendizaje.